En 1954, el hoy desacreditado psiquiatra Frederic Wertham publicó el más conocido de los libros de denuncia contra la industria del cómic: La seducción de los inocentes, que argumentaba que la presentación de temas sensacionalistas y escabrosos en los cómics eran el camino para la corrupción del orden social. Nada del libro de Wertham queda hoy en pie, salvo su llamativo título, que quizás puede servir como una buena metáfora de la posible función de un blog crítico como el nuestro.
En la concepción clásica, el fin de la crítica es ser el guardián de la excelencia, el portero del jardín de los inmortales, por así decirlo. Schopenhauer habló de la autoridad del pasado como «el monumento que despierta en otros una vaga idea de la grandeza de un hombre». Esta idea no ha perdido nada de su verdad, pero ya no resulta suficiente, al menos no en un mundo como el nuestro, donde, como profetizó Baudrillard, la densidad del sistema de signos ha sobrepasado el punto de quiebre. La idea de la inmortalidad a través de la autoridad es una concepción a largo plazo y pasiva. ¿Qué hacer con nosotros mientras tanto, perdidos en un mundo nuevo, tan distinto al festina lente de los antiguos?
La respuesta de los medios ha sido la comodificación, la industrialización de la crítica. Un aluvión de reseñas metidas en un concentrado como Metacritic o Rotten Tomatoes. Y es justificable hasta cierto punto, pues no es fácil trabajar a destajo con la infatigable producción de la cultura popular. Una de las últimas y más tristes supersticiones es la de que el crítico debe aspirar reflejar a la «media» de las opiniones corrientes, y de que debe estar validado por el gusto y las impresiones populares. Así, entre más cerca esté mi apreciación del número dado por Metacritic y de los comentarios de YouTube, mejor crítico seré, mientras que si mi apreciación está lejos de ambos, soy poco confiable. El fin de la crítica es entonces la tautología, acercarse a la media: es decir, ser filisteos, pues filisteo es «la persona adulta (…) formada en las ideas corrientes y los ideales convencionales de su grupo y su época» (Nabokov).
Este sitio está movido por una concepción contraria. El fin de la crítica no es valorar. Hasta los tontos valoran. El primer punto de la crítica es «la dicha de comprender» (Borges). Hay obras que entre más se comprende de ellas, mayor placer pueden proporcionarnos. En cambio, hay otras que, entre más comprendemos sobre ellas, menor opinión nos merecen ellas y sus autores. El primer trabajo del crítico es acercarnos a las primeras, y declarar a las segundas como casos perdidos, señalar sus limitaciones.
Empero, hay un segundo fin de la crítica, que es superior al de comprender, que es la obra de los eruditos y entusiastas. Aunque puede ser feroz, la crítica no debe forzar. El gusto corriente dice: «no me critiques, déjame disfrutar». Pero la crítica no dice realmente «no disfrutes», sino «así, y con estas obras, es como puedes disfrutar más». En esto, la crítica es muy parecida al arte. El arte no tiene el fin de forzar sensaciones o ideas en tu cabeza. El arte muestra el camino, te lleva al encuentro, te ayuda a ti mismo para ir a su encuentro. No impone: sugiere. No fuerza: seduce. Por ello, el fin posible de la crítica hoy es «la seducción de los inocentes», o en términos antropológicos, la iniciación, la iniciación de las masas a una cultura (Baudrillard dixit). Poco importa qué tipo de cultura sea. Lo importante es «ser seducido».
Este sitio es una colección de visiones, citas, sugerencias, impresiones, filosofías. Conjuga el espíritu del periodismo, al comentar lo actual, y el de la escritura propiamente dicha, al intentar elucubrar el espíritu de lo permanente. No proclama salvadores, y no sugiere un camino: lo que sugiere, empero, es el hecho mismo del camino. Cuando Laozi sugirió al agua como la imagen de su pensamiento, lo hizo porque era la más humilde de las cosas: aquella que toma el curso de todas las demás para seguir su propio camino. Queremos, pues, quizás no ser el agua, pero sí ser quien te diga: estas son las cosas (el arte, la vida, el pensamiento).
PhD Candidate, Social Anthropology University College London.